A raíz de la tantas vences mencionada crisis financiera del año 2008, las entidades que realizan la función de supervisión en el mundo, comenzaron a revaluar parte del enfoque de sus funciones con el propósito de combinar los análisis técnicos de solvencia, aspectos macroeconómicos, pruebas de estrés, riesgos de mercado y liquidez, con aquellos relacionados con los riesgos de estrategia, gobierno corporativo, tecnología, operacional, legal, cumplimiento e integridad.
Una visión de lo anterior, lo podemos observar en el siguiente gráfico:

Fuente: De Nederlandsche Bank- Eurosysteem.
Con base en lo anterior, los supervisores se dieron a la tarea de revisar las conductas de mercado, la integridad y ventas engañosas como factores adicionales de preocupación dentro del marco de una supervisión que incluyera dentro del eje de la misma la protección del consumidor financiero.
Dentro de este alcance, los supervisores incluyeron el entendimiento de los modelos y estrategias de negocio considerando nuevos núcleos de trabajo dentro de los cuales encontramos la sostenibilidad, la conducta y la cultura de las entidades financieras en donde la experiencia y el conocimiento tienen que conjugarse con la integridad que se espera de los administradores.
Como resultado de lo anterior, podemos encontrar un esquema distinto después de la crisis financiera así:
